lunes, 21 de agosto de 2006

Segmentos de desesperación

Siempre que se visita este lugar, ampliamente promocionado por mí, su autora, se ven escritos de diferentes fechas, lugares, motivos, queriendo demostrar (a veces creo que forzosamente) que me la puedo escribiendo ideas muuuy bien dichas, muy poéticas, preciosos juegos de palabras. No es falta de modestia, es que ya me cansé de escribir por escribir y hablar muy lindo porque mi actuar y mi pensar interno nadie lo conoce y, sinceramente, no existe un ser vivo y conciente que pueda asegurar firmemente que sabe cómo es que veo lo que sucede en mí o en mi alrededor... me siento ridícula, y lo peor de todo es que no me da ni un gramo de risa. Ni de paz.

Tres semanas. ¿Casi... 21 días? Diría que completamente 21 días.

Y quizá me dure el resto de la vida... veo la tele (gracias a Dios), a veces las noticias se salen del aparato y se mezclan con los muebles, pero pretendo siempre ignorarlas, porque nunca me ha faltado ni paz ni pan; siempre existe en mi vanidad secreta algo de indiferencia y laxitud, me incomoda enormemente ser solidaria con mi trato, finjo la mayoría de las veces que me gusta el lugar y la ocasión en que me encuentro... aunque suele pasarme que igual llego a encariñarme con lo que hago, siempre existe una especie de dependencia que me enferma de a poco, como un simple resfrío... siempre cedo ante el mundo, como dicen. Le tomo el ritmo, e imagino un futuro muy bello en que, con o sin maldad, más la primera que la segunda, todo sale bien, amo y soy amada (por un hombre), la gente me respeta o me teme, lo que no es halagador de ningún modo, nadie puede pisotear a otros... y no me he detenido a plantearme mi presente, que es justamente lo que tengo acá, en la cara, riéndose de mí y mis sueños, porque sé que cuanto imagino nunca se cumple... la guerra allá en medio oriente, como un desorden lejano, a la vuelta de mi pieza, quizá cuántas razas no se han enfrentado por supuesta superioridad, derechos reservados, intereses, un asco a más no poder y yo aquí me muevo por la casa, no me despego madrugando del Internet, mandando misivas cariñosas, frecuentando sin frecuentar, entiéndanme, sus páginas... me deshago en banalidades y no he concretado todos los proyectos que tenía para mis vacaciones... el presente, mi vida, la juventud, se me escurre lentamente, mientras filosofo acerca del amor y sus múltiples artificios milagrosos, mágicos, sálvese quien pueda de esta locura de no poder dejar de pensar que acabaré siendo o una psicópata demente perseguida y enferma, y que mi mal humor soy yo simplemente, una malvada incapaz de ceder ante la indiferencia y la gran capacidad de rencor que tiene de albergar mi corazón... acabo de ver pandillas de Nueva York, y me asalta la gran duda ¿No es maravilloso este mundo de orden machista?¿No es maravillosos que sean virtudes de un pueblo el alzar un puño y herir, de lanzar voraces palabras hacia una persona?¿No les divierte acaso que sea mejor prohibir fumar que beber en exceso, siendo que esa repugnante acción sólo nubla el espíritu? tampoco hablemos de nuestra mentirosa solidaridad, me acuesto con ella y ¡Me levanto a las tres de la tarde! no hago nada por el bien común, nada... nada de nada... ni un poco, nada de nada... voy a regresar a la universidad y creo que ese lunes comprobé que ante cierta gente no soy capaz de dejar a un lado mi pánico al fracaso. Ya me resigné: nunca seré una buena amiga. En serio.

Si de verdad importa, no me consuelen... mis padres me adoran, no tengo enfermedades físicas ni mentales (aparentemente), por eso busco desesperadamente una explicación a mi mentirosa forma de actuar ante todos. Soy una farsante nata. Lo que me devuelve el espejo no es la mejor cara que le doy, es un resultado de pugnas entre mi mala autoestima y la realidad...

Cuando verdaderamente pueda reconciliarme con mi crisis, les escribiré poesía... por ahora les doy quien soy, el lado que conozco eso sí...

  • En El Túnel de Sábato, 2006.

sábado, 12 de agosto de 2006

Bésame desde tu interior

Besar, muchas veces besar, con los labios apretados, bajo una fina capa de lluvia moteada de frío...
Besar, con mi única fuente de luz, con el espacio lleno de agujeros blancos...
Un labio y otro labio, ajenos, amigos y pugnándose el cielo.
Uno hacia un lado, mientras el otro le besa la boca...
¿Quién tiene derecho a evitarlo?
y de pronto, mientras se besan, la luna ya ha recorrido de un extremo a otro al cielo...
Como si fuera la única razón por la cual los astros danzan errantes......
¿No extrañas besar de vez en cuando?
En el Barrio Ruiseñores, nº 1348, año 1923

jueves, 3 de agosto de 2006

Luego de pedir un invierno aquí...

Reapareces por todos lados... Me haces temblar las piernas cuando hablas, iniciando frases que siempre suenan bien, que combinan con el color del viento. A veces no sé si eres real o pareces un espejismo de dudas y deseos de tener a alguien en quien pensar... tan sólo habla cinco segundos, y este huracán cambia de rumbo no siendo siempre la dirección del terror la que me impulse a destruirme, saber que siempre puedo ser mejor o peor sea cual sea la circunstancia... no me lo podría dimensionar así, sin proponérmelo... y creo que pienso en ti lo innegable, más allá de lo indispensable, día tras día, por si no lo sabes... Quisiera ser, más allá de lo que soñaste, una especie de capullo a la soledad, para deshojarte sin medidas, conociéndote tal y cual te veo desde lejos... Quisiera saber por qué sonreía la luna si era el sol el que bailaba entre las nubes; porque eras nosotros amigos como siempre, pero yo tu amante entre la niebla... Por último, quiero contarte que desde que viajé, que me ausenté, que los árboles dejan sus hojas caer sin piedad... Entonces, pídeme que vuelva... así, por cuanto la Luz traspase las nubes, serán los dedos de Dios... adornemos la primavera... enamórate de mí... o seguiré ausente... Eso es lo que te pido.

  • Bruselas, 1985