sábado, 23 de septiembre de 2006

Nada se le parece

  • Oh! otra vez... me falto un poco más de tiempo, y ya lo dominaba. Rencores pasados, un poco menos poética que antes, pero más tranquila. Ya empezó la primavera, pero lamentablemente, no es signo de amor a raudales, ni flores, ni chocolates, ni nada.... Tuve que irme de viaje, para poder atrapar el último suspiro de humanidad que salía de su boca, talvez no lo volviera a ver con estos ojos... Terminé sentada en la vereda, con la cabeza entre las rodillas, fabricando gotas de mar... ¿Por qué no me dijo antes?¿Qué creía, que yo lo iba a esperar en una silla, en una mesa, a que pasaran los meses, y yo tuviera que enfrentarme a la locura? Sonaban sus pasos siempre, como si pisara un piso de maderos... llevaba un cafe, que a su andar, caíase por los bordes de la taza; iba rápido, pero no tenía prisa. No miren hacia las ventanas, sientanse en su casa, tomen lo que quieran y no respondan el teléfono. Justo cuando vienen los sueños, el mundo se me cae encima y los hace mil trocitos dolorosos, punzantes, fatales, en mi blando cuerpo. Te llamaba, te imploraba, gritaba al cielo y el viento sordo me respondía... te hacías lejanía, se borraron tus huellas digitales, quizá la última noche de la vida se fue conmigo y no lo supusiste... me enfermé de sordera espiritual, raras veces domino la impureza, desde entonces. Me siento liberada de la libertad, presa de no saber a donde ir con tanta libertad. Me abandoné, te abandonaste. Nos abandonamos, sin querer, el uno al otro y a sí mismo.jamás nos volveremos a ver, si es que te vas de esta forma y te disuelves como lo que siempre soñé que eras... Caras largas, fin de la fiesta. Orgullo por los suelos, una cuerda que no supo atornillarte.
    • en una sala oscura, 1889

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