lunes, 30 de enero de 2006

En la plaza... y de noche

No hace mucho, cuando aún era un niño, Romitt pasaba sus dedos sin lograr leer las letras del librito que usaba su madre para componer los himnos infantiles. ¡Cómo odiaba intentar leer!Para el común de la gente, Pato de patas cortas era lo más sencillo... un módulo bastante aburrido para una mente vivaz y resuelta, que se niega a leer de corrido, dice su abuelito. Ahora puede leer hasta lo más ininteligible, porque suele verse obligado a desafiar a su padre, que ha vuelto del norte...¡Pobre inocente! Quizá dónde se fue a meter esa alta y muy imponente figura, durante tanto tiempo segregada hacia los países rojos... Logró ver la película norteamericana The Wall, allá, en la plaza, pero, a diferencia de la lectura inmóvil y serena del papel, no logra entrar en la mente perturbadora de los acontecimientos; la traición vulgar en que se enreda la drogadicción, el caos de los últimos tiempos, le es completamente cruel... Romitt ahora preferiría haber pasado cada etapa con su padre, no con la fría sombra del muro que separaba las almas jóvenes de dos enamorados, papá y mamá, y que el día de hoy nadie lo culpara de burgués... Por hoy, ha visto la película... es hermosa!!! divulga a sus pares... Berlin, 1991

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